"Creer y crear reglas para reencantar la vida"
Autor: Jorge Carvajal Posadas
Podríamos callar, mirarnos a los ojos y sonreírnos.
Podríamos encontrar en esos ojos una humanidad profunda y entrar en ese
territorio de la magia que es el territorio de la vida. Podríamos
creer que vivimos más allá de existir, a pesar de nuestro cáncer, a pesar de
nuestro dolor.
A pesar de nuestras pequeñas miserias hay tanta
grandeza en la semilla humana. Hay tanto en nosotros esperando para ser, para
fructificar, para amar. Hay tanta humanidad esperándonos en las fronteras,
tanta humanidad esperando un encuentro entre el Norte y el Sur, entre el Oriente
y Occidente., para así encontrar ese sol del centro del ser humano.
Hay tanto en nosotros esperando revelarse,
recrearse, fructificar. Somos semilla y a partir de ese potencial infinito, de
ese océano interior podemos reencantar la vida. Podemos
volvernos a crear y así divertirnos y gozar.
¿Y si de pronto pensáramos todos que el sentido de
la vida es la felicidad? ¿Y si nos atreviéramos a ser felices? ¿Cómo sería eso?
¿Cuáles serían los ingredientes de la felicidad? ¿Si pudiéramos identificarnos
con el ser que somos y no con la sombra, la apariencia o la dependencia?
¿Y si de repente volviéramos a ser lo que somos,
auténticos, creadores de nuestros propios días? ¿Si pudiéramos entrar de lleno
en ese río profundo de la vida que nos habita en cada instante, para encontrar
en ese cauce corrientes de amor?.
¿Si pudiéramos despertar ese torrente amoroso que
habita en nuestra sangre? ¿Si pudiéramos reencontrar la fuerza de nuestra
propia identidad y así nos completáramos los unos a los otros? ¿Si pudiéramos
como Pablo Neruda decir: "Súbete conmigo a nacer, hermano"?
¿Si pudiéramos entrar en nosotros y aceptarnos
reconocernos y amarnos.? Dejar de buscar a Dios en el exterior y saber que
estaba allí en nosotros, esperándonos en nuestro propio corazón con su infinito
potencial. ¿Si el único partido que tomáramos fuera a favor del ser humano y
nuestra única religión, la religión del amor, y nuestro único método, el método
de la hermandad?
Descubriríamos
que cada cosa, cada evento es un maestro con el alma como aprendiz.
¿Si nos bajáramos de los pedestales del orgullo, de
la maestría y del materialismo de una vida repetida y nos inventáramos la vida
y volviéramos a ser humildes y regresáramos a la inocencia y nuestra inocencia
no fuera una inocencia ingenua, sino consciente? Entonces volveríamos a ser
como niños, porque el Reino de la inocencia es el Reino de los Cielos y ese
Reino está en nosotros y es un templo de relaciones.
¿Si miráramos al dolor y la enfermedad como un
Maestro? ¿Si aprendiéramos la lección y más allá de la culpa y más allá de la
carga pudiéramos liberar la levedad de ese aprendizaje y con esa levedad
ascender?
Hay seres humanos que creyeron en imposibles y los
realizaron. Ahí está Ghandi, Simón Bolívar, la Madre Teresa. Ahí están con la desnudez de su autenticidad. No
tuvieron más escudo que su conciencia del amor, su corazón abierto, soñadores
de imposibles que nos revelaron que los imposibles se realizan cuando creemos
en nosotros.
Cuando creemos en nosotros activamos el potencial de
un Dios que no es externo, sino que es interior, un Dios que nos acompaña y nos
da su corriente y su fuerza.
¿Es posible ser felices? Sí, es posible, a pesar del
dolor, pues el dolor no es lo contrario de la felicidad. Es
posible ser felices a pesar de la muerte, la muerte no es lo contrario de la vida. Es posible ser
felices a pesar de la tristeza, la tristeza no es lo contrario de la alegría. La felicidad
es ese sentimiento leve de compasión y de aceptación que te lleva por la vía
del ser.
La felicidad es ese sentimiento incondicional en el
que tú amas porque te da la gana, porque sí, porque llueve, porque hace sol; en
cualquier caso sin ninguna condición. La felicidad sólo puede partir de ti. No
es exterior, no depende de tu economía. La gente hoy en Europa tiene una
economía dos veces superior a la de hace treinta años, pero es dos veces más
infeliz. La felicidad no depende del conocimiento. El conocimiento sin corazón
es totalmente destructivo, no depende de ningún reconocimiento exterior. De
repente adquieres un cáncer y descubres ese estado interior desde el cuál
también puedes ser feliz.
La
felicidad es una construcción interior, parte de un paraíso interno. El Paraíso no es ajeno, tú lo pintas y entras
después en él. Tú lo creas y lo recreas.
En la felicidad no hay un Dios exterior. Tú eres a
imagen y semejanza de ese Creador que habla en tu palabra, mira en tu mirada y
ama con tu amor. ¿Podríamos entonces vislumbrar nuestro camino hacia la
felicidad? Sí. Ese camino es un camino de retorno. Es un camino de conciencia.
Es un camino que libera. No está hecho de dependencias.
Nada que te ate, nada que te amarre, nada que
conduzca por la vía del placer de los sentidos, que te conduzca al poder.,
conduce a la felicidad.
Más poder no da más felicidad, da más dependencia. Más placer
no construye más felicidad. Más vivir para los sentidos hace que pierdas el
sentido.
La
felicidad es un camino hacia el sentido, es un sendero que empieza en tu
interior y termina en tu interior, cuando descubres con la física cuántica, pero
también con la vivencia humana que el universo es interior. Tú eres el centro
del universo cuando eres conciente de ti.
La
felicidad parte de la atención y la atención es el uso fundamental de la conciencia. Cuando estás atento te centras. Cuando estás
atenta eres dueño de ti mismo, de tu propio potencial. Cuando estás atento
generas un láser con tu propia conciencia y en esta conciencia habitas y tienes
el movimiento, la vida y el ser. Cuando estás atento construyes un espacio
interior pequeñito que te conecta con el infinito. Cuando estás atento
construyes el instante y en ese instante eres eterno. Cuando estás atento te
reconoces a ti misma y vuelves a nacer de ti mismo y eres el parto y el
partero, eres el Creador, porque naces de ti y regresas a tu conciencia.
La atención es el momento más importante de la
conciencia, es el momento de la creación en el que descubrimos el presente, es
el tiempo de la sincronicidad, el tiempo de la resonancia. Uno
nace de su propia muerte. Uno nace al presente por la renuncia al pasado, al
deshipotecar la vida de los condicionamientos del pasado. Tenemos la vida
hipotecada con las expectativas hacia el porvenir y entonces nos perdemos el
lugar de la vida que es este instante. Este instante es sagrado porque en este
instante vive el ser. Allí no hay tener, allí no hay placer, allí solamente
bulle el ser y ese ser es lo que somos: potencial infinito que nos habita, Dios
tan inmanente como trascendente. Ese Dios Universal se interioriza en nosotros
y convierte la vida en algo mágico. Ese Dios nos humaniza y nos redime. Ese
Dios permite que el reino mineral cante y baile y que el reino vegetal florezca
y que el reino animal pueda sentir. Ese Dios permite que el ser humano tenga
las alas del pensamiento y desde las alas del pensamiento restaure la
intuición, la visión de la
totalidad. Desde esa visión de la totalidad nos unimos de
nuevo en el maravilloso Camino de Regreso al Creador.
El
primer paso a la felicidad es la autenticidad. La autenticidad es una genuina identidad, es una
identidad única, original, es la identidad que nos hace íntegros. La vida es
creativa cuando es única. La vida es arte, se goza, se inventa a cada momento.
Cuando eres único vives la magia del amor. El amor no se gasta, no es
repetitivo, el amor no se fatiga, el amor no es rutina, ni condición. Es una
fuerza magnética, atractiva que te renueva a cada instante.
Cuando te puedes renovar a cada instante eres único
y entonces eres una obra de arte del Creador. Cuando eres único o única te das
cuenta de que eres importante, porque eres irrepetible, porque no tienes
competencia posibles, porque te sales del mundo absurdo de la competitividad,
porque puedes compartir, te puedes dar y entregar sin temor a perderte y en
cada dar te vas a renovar, te vas a completar y además vas a completar al otro
con tus ojos, con tu abrazo, con tu palabra, con tu silencio, con tu compañía,
con tu presencia. Así puedes disfrutar la vida. Primera clave
para la felicidad: sé como tú; no como nadie más, único, irrepetible y original.
Da tu propia nota en la sinfonía de la creación, esa
nota que es necesaria. No hay dos seres humanos como tú. El Creador te necesita
y tú eres una faceta única del Creador. El Creador habita en la diversidad del
mundo, su unidad está hecha de diversidad. Cuando tú no pretendes ser como
nadie más que como tú, entonces descubres esa corriente hermosa del Creador
dentro de ti, y entras en el mundo maravilloso de tu tierra, de tu solidez, el
mundo de tu raíz, de tu savia. Cuando tú no pretendes ser como nadie entras en
el lugar desde el que puedes nacer. Si no tienes ese útero que te está
pariendo, que es tu propia identidad, si no te aceptas, si no te amas, si no te
afirmas nada podrás encontrar. Autoafírmate que tú eres ese potencial único en
el que el Creador está esperando revelarse.
Autoafírmate para que me completes, para que
completes el universo, para que completes como padre al hijo y como hijo a la
madre y como hermano a la humanidad. Ésa es la autoafirmación.Ello no sería posible si no te hubieras perdonado.
Lo más duro en el momento de la muerte es la culpa, no es el cáncer, no es el
dolor. Lo más doloroso es el miedo al más allá, el infierno de esa falsa
creencia de que hay un Dios castigador, el temor oculto de que Dios no te puede
perdonar, de que no te va a perdonar. Pero
Dios es
amor y donde hay amor no
puede haber juicio. Si Él ya te perdonó, tú también te podrías perdonar. El
juicio está dentro de ti, el infierno está dentro de ti y tú lo has construido.
Sin embargo podrías construir un primer paraíso y
punto de partida. La pregunta es: ¿cuentas contigo, te aprecias, te valoras, te
reconoces? Ése es el primer paso en el sendero de la felicidad. Es un
paso hacia el interior. Encuéntrate contigo, en tu centro, en tu corazón.
Respira profundo y siente la maravilla de la vida. El sol brilla para
ti, los pájaros cantan para ti y el aire y de la magia de la mañana soplan para
ti. El universo celebra tu presencia cuando tú te presentas ante ti. Entonces
descubres tu rostro, que no es otro que el del amor. Recuperas tu poder y
entras en comunión.
Vives en alegría y levedad y ya no tienes el peso
del cuerpo, de la culpa, del condicionamiento. Aceptas tus luces y tus sombras.
Te aceptas como un bello crepúsculo, una bella aurora. Descubres como descubría
San Agustín sincerado ante el Cristo: "Muy tarde te amé, muy tarde. Estuve
lejos de Ti, pero ahora me reconozco en Ti, porque Tú eres parte de mí y estás
en mi interior".
Perdimos el paraíso externo y nos fuimos por el
sendero de la víctima hasta que por fin construimos una fe que ya no es
externa, que se enraiza en el interior y comenzamos a confiar y confiamos en
nosotros.
El punto de partida es la identidad. Sé como
tú, único, original y creativo. Así vas a ser reconocido por todos, porque a
todos nos vas a completar. Vas a entrar en ese universo maravilloso de
sensibilidad a la
necesidad. Vas a ser auténtico, vas a reconocer en ti lo
esencial. Lo esencial es aquello que puedes dar, porque lo que no se da se
pierde.
Vas a reconocer la nota clave de un corazón que nace
y muere a cada instante. La muerte y el renacimiento del corazón es la sístole
y la diástole, dura un solo segundo. En cada segundo el corazón se da entero.
Si el corazón guardara una gota en cada segundo en una hora tendríamos insuficiencia
cardiaca. Hermoso sería que nosotros pudiéramos atender esa ley del corazón y
así en cada segundo, desde tu identidad entregar y fructificar sin medida. Ese
fruto dulce de tu vida se hizo para dar.
Cuando ya tengas tu tierra y tu paraíso, multiplica
tus semillas, porque así dándote se liberan y es dando como recibimos. Cuando
nos damos descubrimos nuestra genuina identidad, nuestra tierra, nuestro
paraíso. Cuando hay un yo aparece un tú. Entre el tú y el yo se genera un
movimiento de resonancia, de comunicación coherente, de diálogo. Surge ahí una
inteligencia que representa tu capacidad de adaptarte a la vida. No hay una
inteligencia espiritual, separada de la inteligencia molecular. Es una
inteligencia dinámica y adaptativa. Tu capacidad de adaptación a la vida.
El
segundo movimiento hacia la felicidad es la adaptabilidad. Adáptate a la vida, al cambio, a la corriente. No te
resistas pues produces calor, desgastas tu energía. No te recalientes. El mundo
del desgaste es el mundo de la entropía. Cuando no te resistes, la vida pasa a
través de ti y te refresca y te fecunda. Cuando te quedas en el territorio del
yo, te limitas al crecimiento personal, al orgullo espiritual. Cuando haces mil
cosas para crecer aunque nadie crezca, aunque la tierra sea un desierto,
realmente vas, aunque le llames espiritualidad, por el camino del despeñadero.
Necesitas del otro para mirarte , para reconocerte
para observarte en ese espejo y poder modificarte y crecer hacia un nuevo ser.
Esa nueva tierra tuya ha sido fecundada por el tú, cuando el tú, cabe en el yo
entonces surge la maravilla de un nosotros. Y entonces llega Él, pues ya lo
dijo:"Cuando estéis dos en mi nombre, allí estaré Yo". En ese
nosotros encontramos el hijo, la conciencia. En ese nosotros, en ese territorio de
relación, nace la interacción.
La
clave de la felicidad es un comprender.
El cuerpo es un patrón de relación. Ese soporte relacional determina la calidad
de tu vida. En ese territorio relacional nace la confianza. En
nuestros estudios hemos comprobado que allí donde hay más confianza en los
demás, en el vecino, en el de al lado, en el gobernante, en el empresario.,
allí donde hay más confianza porque hay más transparencia y más honestidad, hay
también una mayor felicidad.
Nuestra tierra es vulnerable y puede así germinar.
Nosotros somos también vulnerables y entonces nos podemos adaptar. Nuestra
adaptabilidad es nuestra mejor fortaleza. Nosotros podemos airear nuestra
tierra vulnerable y en ella construir el surco y en ella sembrar la semilla. Una tierra permeable
se deja permear por el agua, sólo una tierra vulnerable puede dejar de ser
desierto.
¿De qué esta hecha nuestra vulnerabilidad? Está
hecha de flexibilidad. No tenemos que ser perfectos. Cuando somos auténticos y
a la vez somos flexibles podemos germinar. Cuando la semilla de la vida, cuando
el propósito del alma germinan entonces nos podemos realizar.
La
segunda clave es por lo tanto humildad.
La humildad es la clave del aprendizaje, sólo desde la humildad podemos abrir
nuestro corazón. Sólo desde la humildad podemos sensibilizar nuestra piel,
todas nuestras pieles, la piel de nuestro campo mental, de nuestro campo
emocional y abrirla a la caricia del cosmos. Vulnerabilidad, humildad y
flexibilidad son las claves para la nueva vida, para recuperar el poder de ser
servir y de disfrutar, para convertirte en el fruto maduro de la vida. El orgullo nos
impide disfrutar, porque el orgullo nos separa. El orgullo divide y destruye el
territorio de la conciencia, que es el territorio del nosotros.
Dos movimientos pues hasta el presente: El yo
interno que nos conduce a la autenticidad y en segundo lugar la adaptabiliad
para llegarnos al tú y construir un nosotros.
Ahí viene la
tercera condición para la felicidad
, la más difícil de todas: la vida cambia y todo
muere. No hay nada constante. Todo muere salvo el cambio. No te resistas al
cambio. El cambio te introduce en una
corriente de transformación y transmutación que permite al Espíritu fecundarte.
El
cambio es fuerza transmutadora. No
temas el caos, pues es la matriz del cambio. No temas el mal, ni la sombra pues
son reveladores de la luz. No
temas la noche, pues sin ella no podrías reconocer los infinitos soles que la habitan. Cuando
aceptamos las transformaciones y las transmutaciones en la vida, cuando no nos
resistimos a cambiar, podemos ascender en la savia de la evolución, florecer y
dar nuestro fruto.
Cuando nos reconocemos, encontramos la crisis
aseguradora del cambio. Vivir es un proceso de
cambio permanente. Cuando tenemos crisis, la vida se bifurca y
no vuelve a ser la
misma. Nuestra identidad no es de fundamentos, nosotros no
somos un fundamento. Nosotros somos lo significativo: el lenguaje, el sueño y la esperanza. Nosotros
no somos este cuerpo, pero a través de él podemos ascender.
El cuerpo es un instrumento del ser y el ser es ese
proceso de cambio permanente que nos empuja en un proceso de aprendizaje
continuo. Vivir es encender un fuego
interior, es convertir el conocimiento en sabiduría que nos permite
desenvolvernos en un proceso de cambio permanente.
Este cuerpo no es lo que creemos, es una estructura
que está al borde del caos. Primero nos ramificamos. Procedemos de un solo
tronco, pero un día la vida se bifurca. ¿En qué instante tu vida no volvió a
ser igual? Se trata un punto crucial, donde te crucificas y mueres para nacer a
una nueva dimensión.
En el presente podemos siempre aprender del pasado.
Podemos cambiar la historia aprendiendo las lecciones. Hay dos tipos de seres
humanos: los aprendices y las víctimas. Tú puedes optar por una u otra vía.
Puedes optar por dejar de ser víctima de tus creencias. Recuerda que ellas
también pueden ser dagas o cáncer, pueden ser fatales.
Tú terminas convertido en aquello que crees de ti.
Tú creas el universo en el que crees. Si tú crees que eres culpable te vas a
castigar de mil maneras. Si tú crees que no eres digno, te vas a enfermar
también. Podrías sin embargo mirar al pasado, con ojos de presente, de
presencia y de amor, no para quedarte en el dolor de tu pasado, sino para
aprender la lección que dejaste de aprender.
Todas las lecciones aprendidas te ayudan a disfrutar
de la Presencia que habita en tu presente. Los problemas los podemos volver a
vivir desde la conciencia y no desde la culpa o el condicionamiento.
Recuperamos la plenitud de la conciencia y así liberamos el fruto de la lección. Ello cambió
la historia. La
historia no son fechas, sino códigos de lectura que hemos de aprender.
El problema no es lo que nos pasó, el problema es
cómo vivimos lo que nos pasó. Si pudiéramos dejar el rol de la víctima,
podríamos resolver esos aspectos cruciales que siguen congelados en nosotros.Si estos puntos de muerte no los vivimos desde la
actitud de la víctima se produce el renacimiento. Nosotros podemos volver a
nacer . El pasado ha pasado y ahora disfruta de ese punto de partida hacia la
felicidad que constituye la
paz. La paz la descubrimos no exteriormente, sino en el fondo
del ser.
La historia no es lo que pasó, sino la lectura que
haces de ella. Si no dejas pasar a las cosas, éstas se siguen reflejando en tu
fisiología, en tus relaciones, en tu vida., turbando tu felicidad.El caos nos devuelve la sensibilidad. La
mujer es más sensible. En el embarazo un embrión representa un vórtice caótico
de desarrollo. Podrías gozar infinitamente más de la alegría y no sentir los
dolores con otra sensibilidad. Los poetas también viven en un vórtice más
caótico. Aunque no nos demos cuenta y cuando hay una conjunción planetaria, una
luna llena y manchas solares., todos nos volvemos un poco caóticos. Cuando no
resuelvo entro de mí ese vórtice caótico, ello va a tener una repercusión en
los demás, hasta el punto de que podemos entrar en un estado de violencia.
La sensibilidad nos puede liberar o nos puede matar.
Tenemos dos maneras de abordarla. Desde la posición de la víctima y entonces se
convierte en lágrimas de cocodrilo, en sensiblería y nos predisponemos a la manipulación. La
manipulación es el terreno de la inconsciencia. Eso no es una verdadera relación
humana, pues hay posesión, chantaje.
En el terreno de la sensiblería todos somos víctima.
¡Que se acabe ese territorio de la sensiblería y el chantaje emocional y
asumamos nuestra responsabilidad! Cuando nos duele la vida es que nos estamos
despertando. No necesitamos tantos analgésicos. De pronto necesitamos un dolor
más grande para saber lo que éramos. De pronto alguien necesita ver la cara de
la muerte para constatar el valor de su vida , de su mujer, de su hijo. Tal vez
tengamos que vernos en la cama de nuestro hijo que tiene una leucemia, para ver
qué es una enfermedad, que no sólo tiene que ver con los glóbulos blancos, sino
que tiene también que ver con la forma con la que nos comunicamos. Que no sólo
tiene que ver con una radiación ionizante, sino con nuestra agresividad, con
nuestro desamor. No hay nada más radiactivo que las emociones contenida ,
retenidas y reprimidas.
Un día nos duele la vida y la vida nos dice que
también es con nosotros y nos acerca un dolor que es un despertador. Un
día vemos la proximidad de la muerte y ella nos enseña las lecciones más
hermosas de la vida.
Un dolor nos hace sensibles, nos ablanda. Todo fruto
maduro es blando. El amor deja de ser un amor duro y dominante y casi perfecto
y se convierte en ternura, entonces vuelves a nacer. La sensibilidad nos hace
tiernos. Los viejecitos se vuelven tiernos y les cuentan cuentos a los
nietecitos. Inician el camino de regreso, el camino de regreso es la ternura.
En el seno de todo caos renacemos. En el caos existe
un vórtice de sensibilidad infinita que nos permite transformarnos. El caos nos
permite emerger y con el emerger llega también la felicidad.Crear es un parto. Si en ese potencial ordenante que
hay en tu interior, tú descubres esa semilla y aprovechas la turbulencia del
caos para desarrollar un proceso de cambio sin precedentes, entonces puedes
emerger. Emerger es volver a nacer. El estado de emergencia es un estado de
alerta intenso, un estado de genuina presencia, un estado de éxtasis. Se trata
de un estado en que aún con todas las perturbaciones te encuentras contigo
mismo. Paradójicamente en el ojo del huracán hay una infinita paz y adquieres
un potencial infinito.
El problema no es lo que ocurra fuera. El problema
es lo que ocurre dentro de ti, cuando estás dentro de ti, se desarrolla todo tu
potencial trasformador. Es posible aún con toda la turbulencia que mantengas tu
serenidad.
La
serenidad es la paz profunda del ser, es la paz inconmovible del ser, que te
permite abordar los procesos de cambio sin resistirte a ello.He ahí
la tercera vía a la felicidad: no te resistas al cambio.
Aprovecha la oportunidad de cada crisis. Utiliza tu
infinita sensibilidad. Aprovecha las oportunidades que te brinda la vida para
acceder a un nuevo potencial. Aprovecha la bifurcación cuando la vida no vuelve
a ser igual. Aprovecha las semillas que la vida siembra en tu corazón, cuando
la vida te duele profundamente. Aprovecha el parto del caos para nacer a un
orden superior y así recreas y reinventas tu vida, y así descubres una nueva
identidad.
La
cuarta vía a la felicidad es la responsabilidad. La responsabilidad es una sensibilidad
humanizada. A un perro, a un gato no le podemos pedir responsabilidad, pero sí
a un ser humano. Responsabilidad es una sensibilidad convertida en capacidad de
responder. Tu evolución está determinada por tu grado de responsabilidad.
¿A qué respondes? ¿Respondes por tus actos,
respondes por ti? ¿Respondes al dolor ajeno? La responsabilidad es una
condición esencial del amor. El amor sin responsabilidad es lo más peligroso
que hay en este mundo. En nombre del amor hemos cometido las mayores
barbaridades.
La responsabilidad hace que el amor sea una
verdadera respuesta a la felicidad. Responder en términos humanos es
reconocer la necesidad.
El amor es reconocer lo esencial del otro y volcarnos a
satisfacer esa necesidad desde nuestra propia sensibilidad. La responsabilidad
nos permite comunicarnos y corresponder. El amor nos lleva a un universo
maravilloso de correspondencias.
Empiezas a liberarte cuando eres capaz de responder
al hermano, al amigo, a la esposa, al hijo; cuando eres capaz de acompañar y
morir en el otro y con el otro. Todo
verdadero amor surge de la amistad y toda genuina amistad es reciprocidad, es
una vía que va en dos direcciones. Donde hay reciprocidad hay resonancia, donde
hay correspondencia hay correctas relaciones humanas. Esa es la más maravillosa
lección que vinimos a aprender: correctas relaciones humanas. En ello somos
todos aprendices.
Vinimos
a aprender a relacionarnos. No vinimos a aprender a ser ingenieros o abogados. Esos son instrumentos para relacionarnos. El hombre
es un ser relacional y vinimos fundamentalmente a aprender relaciones humanas
respetuosas, responsables, liberadoras. No son relaciones sociales para
retenernos, para poseernos, para chantajearnos. Lo son para liberarnos,
para completarnos.
Así transformamos la ecología de la Tierra, que no
es una ecología externa. Lo que le pasa a la Tierra es lo que le está
sucediendo al corazón del hombre. Si yo abro mi corazón, abro la tierra dentro
de mi. Si yo amo a mi hijo, amo a la tierra, al paisaje y la atmósfera. Y si amo
con un amor puro no voy a contaminarme. El resentimiento es el agente
contaminante.
El amor liberador existe en la reciprocidad
responsable. Amar es dar y recibir.
Hay más sabiduría en el saber recibir. A menudo nos negamos a recibir el regalo
de la sonrisa, de la mirada del otro, por no comprometernos, por no quedar en
deudas. Necesitamos infinitas deudas de amor como vía a la felicidad. La
gratitud es esa habilidad que revela tu propia luz.
La
quinta y última vía a la felicidad es la sencillez. Lo
bello, lo bueno, lo verdadero es sencillo. Sólo lo sencillo es integro, sólo lo
que es integro nos conduce a la
unidad. La sencillez es transparencia, claridad, es humildad,
honestidad. Nos permite bajar del pedestal y entrar en la corriente de la
gente.
Conquistar el código de la sencillez en tu vida te
lleva a ser feliz. No se trata de ser el gigante de tus sueños, ni el enano de
tus complejos, sino de entrar en la corriente de la gente y sentirte uno con
todos ellos. Conquistar el código de la sencillez en tu vida es condición para
ser feliz, porque no tienes ninguna expectativa, porque así eres feliz con todo
y a pesar de todo. Esa felicidad te hace entrar en comunión con tu humanidad.
En esa comunión nos damos cuenta que somos la voz del Creador, que a la vez
somos cocreadores, llamados a recrear la creación.
Estamos
aquí para conectarnos a la gran cadena de la vida, a esa gran cadena de
inteligencia cósmica, río de conciencia. Somos mediadores entre los reinos
inferiores y superiores de la naturaleza.
Cuando
somos sencillos somos como ella, la Amada y la Amada en nosotros es el Alma. Cuando somos sencillos reflejamos el Alma, no para
la vida eterna, sino para aquí y ahora en vivo y en directo. Somos un sencillo
templo de sabiduría donde oficia el Alma.
El Alma
oficia el ritual del amor que nos permite entrar en comunión. Ya no sólo
comunicarnos, sino fundirnos por el centro, de corazón a corazón y así entrar
en esa corriente de la evolución que pasa a través de nosotros para liberarse.
21 de Marzo de 2007
Colegio de los Padres Agustinos
Madrid